Agenda
2030
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030), también conocidos por sus siglas ODS, son una iniciativa impulsada por Naciones Unidas para dar continuidad a la agenda de desarrollo tras los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Son 17 objetivos y 169 metas propuestos como continuación de los ODM incluyendo nuevas esferas como el cambio climático, la desigualdad económica, la innovación, el consumo sostenible, la paz y la justicia, entre otras prioridades.1Tras un proceso de negociación sobre los ODS que involucró a 193 estados miembros de la ONU, el 25 de septiembre de 2015, los 193 dirigentes mundiales aprobaron en una cumbre celebrada en Nueva York en reunión plenaria de alto nivel de la Asamblea General, una Agenda que lleva por título “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible“, el que entró en vigor el 1 de enero de 2016.
Objetivos
de desarrollo sostenible
El problema de la pobreza abarca mucho más que sólo la falta de ingresos y recursos para asegurar una vida sostenible y digna. Atender la pobreza también implica abordar cuestiones de alimentación saludable, acceso a la educación y servicios básicos, discriminación, desigualdad y participación ciudadana, entre otros aspectos. Asimismo, la dimensión económica de la pobreza también debe ser entendida desde una óptica de sostenibilidad e inclusión.
Acabar con el hambre y la malnutrición son condiciones necesarias para garantizar una vida digna para todas las personas. Para ello, es importante impulsar una mayor productividad agroalimentaria con un enfoque de sostenibilidad, que incorpore prácticas respetuosas del medio ambiente. Asimismo, un manejo sostenible de la biodiversidad contribuye a la seguridad alimentaria, tanto por las plantas y animales que consumimos, como por la interacción entre ellos mismos.
Es fundamental garantizar una vida saludable y promover el bienestar de todas las personas en cualquier etapa de su vida. Pese a que se han logrado importantes avances en materia de salud pública en los últimos años, todavía persisten importantes retos en materia de atención a enfermedades prevenibles y otros riesgos para la salud de la población.
Una educación de calidad es fundamental para mejorar la vida de las personas y avanzar hacia un modelo de desarrollo sostenible. Es necesario redoblar esfuerzos en lo tocante al acceso a la educación en todos los niveles y al incremento en las tasas de escolarización, particularmente para mujeres y niñas. De igual manera, debe prestarse especial atención a garantizar un nivel mínimo de alfabetización para todas las personas.
La igualdad entre los géneros es un derecho humano fundamental y la condición mínima para la construcción de un mundo próspero y sostenible. El goce pleno de los derechos de las mujeres y niñas, incluyendo lo relativo a la educación, atención médica, trabajo decente y representación política y económica, es esencial para el sano desarrollo de las sociedades y de la humanidad en su conjunto.
Se estima que para 2050, aproximadamente una de cada cuatro personas vivirá en un país con problemas de abastecimiento de agua dulce. La escasez, mala calidad y el saneamiento inadecuado son temas de importancia central que deben atenderse para avanzar hacia sociedades efectivamente más sostenibles. Diversas dimensiones del desarrollo tienen un vínculo muy estrecho con el agua, y en función de ello debe reconocerse su importancia primordial como derecho humano
La generación, distribución y aprovisionamiento sostenible de la energía es un tema central para muchos de los grandes retos que enfrentamos como humanidad. Desde su relevancia para el desarrollo de las comunidades y grupos en situación de marginación, hasta su estrecha relación con el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales, la energía es esencial para todas las personas y futuras generaciones.
En un mundo donde más de la mitad de la población mundial vive con menos de dos dólares de Estados Unidos al día, es urgente crear las condiciones que aseguren el desarrollo integral de todas las personas. Un trabajo digno y una economía dinámica son condiciones necesarias para lograrlo, así como también lo es impulsar modelos incluyentes de desarrollo, respetuosos con el medio ambiente. Asegurar el derecho a compartir el progreso es tarea de todas las personas.
La inversión en infraestructura es fundamental para consolidar una trayectoria de desarrollo sostenible a largo plazo. La infraestructura y la innovación no sólo son importantes para aumentar la productividad de las economías, sino que también pueden jugar un papel central en la promoción de sociedades justas y en la atención a los retos que plantea el cambio climático.
Si bien se han logrado importantes avances en materia de reducción de las desigualdades entre los países, al interior de ello persisten diversas desigualdades y disparidades entre la población. Este fenómeno no sólo se refiere a la dimensión económica, sino también al acceso a los servicios básicos y al goce pleno de los derechos de todas las personas, incluyendo a grupos en situación de vulnerabilidad.
Las ciudades son, por excelencia, la unidad territorial básica donde se materializan las posibilidades de desarrollo social y económico de las personas, al mismo tiempo que su impacto en el entorno natural es innegable. Por todo ello, es de vital importancia promover ciudades incluyentes, accesibles y sostenibles en términos sociales y medioambientales.
La promoción de patrones de consumo y producción sostenibles es esencial para garantizar un uso eficiente y responsable de los recursos disponibles, así como para fomentar sociedades más justas e incluyentes. Lograr una transición hacia formas más sostenibles de convivencia y de atención a nuestras necesidades, requiere de una estrecha colaboración entre todos los sectores sociales y productivos. No atender este tema de manera urgente nos perjudicará a todos pero, principalmente, a las poblaciones más pobres y vulnerables.
Los efectos del cambio climático resultan cada vez más evidentes para todos los países. Son innegables las consecuencias del aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo los daños que el calentamiento global está provocando en los ecosistemas marinos y terrestres. Si como humanidad aspiramos a vivir un futuro digno, necesitamos actuar de manera contundente y coordinada en este tema.
La relevancia de los océanos para todos los organismos vivientes no puede ser suficientemente resaltada. Muchos de nuestros recursos naturales y alimenticios se relacionan directa o indirectamente con los ecosistemas marinos y recursos hídricos continentales; el agua potable misma proviene en última instancia del mar. Asimismo, los océanos juegan un papel fundamental para el sistema de comercio global y la prosperidad de las naciones. El cuidado de este recurso y su riqueza natural será clave para garantizar un futuro sostenible para todas las personas.
Los ecosistemas terrestres son fundamentales tanto para combatir el cambio climático como para preservar la diversidad biológica y los medios de subsistencia de millones de personas. La explotación irracional recursos forestales pone en riesgo el equilibrio natural de tales entornos e, indirectamente, la vida de millones de personas.
La construcción de sociedades justas, pacíficas e inclusivas es indispensable para pensar en el desarrollo sostenible a largo plazo. Esto incluye todo lo referente al acceso a la justicia para todas las personas, independientemente de su condición social u orígenes, la construcción de instituciones responsables, la participación ciudadana en la toma de decisiones a todos los niveles.
La construcción de alianzas entre todos los actores sociales es indispensable para la efectividad de una agenda de desarrollo sostenible. Debe promoverse la consolidación de esquemas de colaboración más estrechos entre sector público, sociedad civil, sector privado y academia, así como entre la miríada de actores que contribuyen al desarrollo sostenible desde escenarios internacionales.